Buenos días.
Ha llegado el momento de realizar un análisis de este proceso que terminó con
la elección de Mauricio Macri como el próximo presidente de los argentinos en
el período 2015-2019. Un camino arduo, en el que luego del resultado de 2011 y
ese “vamos por todo” como grito de guerra, sentimos que la república y la
democracia corrían peligro. Y así, uno a uno, esos objetivos se fueron
diluyendo ante el clamor popular. Primero, cayó la reforma constitucional y el
proyecto de una “Cristina eterna”. Luego, cayó el avance para silenciar a los
medios críticos, con lo cual los opositores pudimos seguir expresándonos
libremente, más allá de la persecución sufrida en las redes sociales. A
continuación, el proyecto para colonizar la justicia, que luego del fallido
intento de “democratización” ha dado pasos lentos pero seguros. Y finalmente,
con las elecciones de ayer, se dio el paso definitivo hacia un cambio en los
valores como Nación.
Es cierto
que, para muchos, Mauricio Macri no era su candidato predilecto ni mucho menos,
y muy probablemente la exigua diferencia en el resultado haya expresado cierta
reticencia, un miedo al cambio que aún persiste. Habrá mucho trabajo por hacer
en materia económica y política, pero tenemos la tranquilidad de que los postulados
del próximo gobierno no serán tomados como una verdad absoluta ni será tildado
de enemigo quien se oponga a ellos, lo cual ya podemos considerarlo un avance.
Un país se construye desde el diálogo y la crítica constructiva, y en este
tiempo nos acostumbramos a la desunión de las agresiones y las chicanas. Ese es
el cambio, ni más ni menos. Todos participaremos del país que queremos, sin
fanatismos ni sectarismos que no conducen a ningún lado. Es muy probable que el
resultado de anoche haya reflejado esa necesidad de no otorgarle más cheques en
blanco a nadie, de que se demanda la búsqueda de un consenso y la unión de
todos, que pongamos en juego las diferencias que podamos tener sobre la mesa y
en base a un debate sano y constructivo, elegir cual es nuestro futuro. Eso es
la democracia, y eso es el cambio. Aprender a escucharnos, a evaluar las
propuestas, y a no atacarnos. Pensar distinto es más común de lo que creemos,
porque hay tantos pensamientos como personas hay en el mundo. Una vieja frase
dice que “cuando dos personas piensan de la misma manera con respecto a algo,
en realidad es una persona que piensa por las dos”. Tomemos en cuenta esto, y
dialoguemos, escuchemos y hablemos con claridad.
Este gobierno
tiene muchas propuestas que me gustaría que, quienes ayer se inclinaron por
Daniel Scioli lean, opinen, sugieran, y se involucren. Todos soñamos con un
país mejor, y con que no haya hambre, y hay muchas formas de hacerlo. La
situación económica, como todos sabemos, es muy delicada, y no es normal una inflación
de dos dígitos en una economía estancada, ni un mercado cambiario restringido,
ni un BCRA técnicamente quebrado y sin reservas, como así tampoco es normal que
un asalariado pague impuesto a las ganancias ni se tenga una presión tributaria
récord. Será difícil salir de todas estas situaciones, y más en un país en el
que estamos acostumbrados a las medidas cortoplacistas típicas de los
populismos que saben endulzar los oídos pero que en la práctica terminan siendo
perniciosos. Respaldemos nuestra elección de un cambio, y acompañemos. Vendrán
tiempos mejores.