lunes, 23 de noviembre de 2015

Vientos de cambio

Buenos días. Ha llegado el momento de realizar un análisis de este proceso que terminó con la elección de Mauricio Macri como el próximo presidente de los argentinos en el período 2015-2019. Un camino arduo, en el que luego del resultado de 2011 y ese “vamos por todo” como grito de guerra, sentimos que la república y la democracia corrían peligro. Y así, uno a uno, esos objetivos se fueron diluyendo ante el clamor popular. Primero, cayó la reforma constitucional y el proyecto de una “Cristina eterna”. Luego, cayó el avance para silenciar a los medios críticos, con lo cual los opositores pudimos seguir expresándonos libremente, más allá de la persecución sufrida en las redes sociales. A continuación, el proyecto para colonizar la justicia, que luego del fallido intento de “democratización” ha dado pasos lentos pero seguros. Y finalmente, con las elecciones de ayer, se dio el paso definitivo hacia un cambio en los valores como Nación.

Es cierto que, para muchos, Mauricio Macri no era su candidato predilecto ni mucho menos, y muy probablemente la exigua diferencia en el resultado haya expresado cierta reticencia, un miedo al cambio que aún persiste. Habrá mucho trabajo por hacer en materia económica y política, pero tenemos la tranquilidad de que los postulados del próximo gobierno no serán tomados como una verdad absoluta ni será tildado de enemigo quien se oponga a ellos, lo cual ya podemos considerarlo un avance. Un país se construye desde el diálogo y la crítica constructiva, y en este tiempo nos acostumbramos a la desunión de las agresiones y las chicanas. Ese es el cambio, ni más ni menos. Todos participaremos del país que queremos, sin fanatismos ni sectarismos que no conducen a ningún lado. Es muy probable que el resultado de anoche haya reflejado esa necesidad de no otorgarle más cheques en blanco a nadie, de que se demanda la búsqueda de un consenso y la unión de todos, que pongamos en juego las diferencias que podamos tener sobre la mesa y en base a un debate sano y constructivo, elegir cual es nuestro futuro. Eso es la democracia, y eso es el cambio. Aprender a escucharnos, a evaluar las propuestas, y a no atacarnos. Pensar distinto es más común de lo que creemos, porque hay tantos pensamientos como personas hay en el mundo. Una vieja frase dice que “cuando dos personas piensan de la misma manera con respecto a algo, en realidad es una persona que piensa por las dos”. Tomemos en cuenta esto, y dialoguemos, escuchemos y hablemos con claridad.


Este gobierno tiene muchas propuestas que me gustaría que, quienes ayer se inclinaron por Daniel Scioli lean, opinen, sugieran, y se involucren. Todos soñamos con un país mejor, y con que no haya hambre, y hay muchas formas de hacerlo. La situación económica, como todos sabemos, es muy delicada, y no es normal una inflación de dos dígitos en una economía estancada, ni un mercado cambiario restringido, ni un BCRA técnicamente quebrado y sin reservas, como así tampoco es normal que un asalariado pague impuesto a las ganancias ni se tenga una presión tributaria récord. Será difícil salir de todas estas situaciones, y más en un país en el que estamos acostumbrados a las medidas cortoplacistas típicas de los populismos que saben endulzar los oídos pero que en la práctica terminan siendo perniciosos. Respaldemos nuestra elección de un cambio, y acompañemos. Vendrán tiempos mejores.