Estamos
asistiendo a una situación preocupante en materia de judicialización de las
políticas que está llevando adelante el gobierno de Mauricio Macri. Si bien en
muchos puntos coincido con el fallo de la Corte Suprema con respecto al aumento
de la tarifa de gas (mis publicaciones anteriores ya explicaron largamente la
cuestión), la noticia de que ordenaron frenar el pago a los jubilados de la
ANSES me suena, cuanto menos, inexplicable. ¿Por qué no frenaron al gobierno
kirchnerista cuando utilizó esos fondos para pagar Fútbol Para Todos y su
insoportable propaganda partidaria? ¿Por qué no regularon la provisión de
medicamentos, que en muchos casos iban destinados a personas fallecidas? Así,
podemos citar numerosos ejemplos, ya que la caja de la ANSES fue la caja que se
utilizó para financiar un proyecto político que tenía pretensiones de hegemonía
y eternidad. En otras palabras, se utilizó para algo que no se debía.
Es
preocupante la actitud de mucha gente que durante años permitieron abusos a
diestra y siniestra, y ahora levantan el dedo acusador con una rapidez
inusitada, que hubiera sido muy útil los últimos 12 años. De ninguna manera
pretendo que se le permitan al macrismo los mismos abusos que se le permitieron
al kirchnerismo. Sólo pretendo que se deje gobernar y se tenga coherencia y
paciencia con un gobierno que recibió un país devastado, aunque algunos todavía
crean que estábamos mejor que Alemania.
Tengamos
presente que el último gobierno no peronista que pudo terminar su mandato
constitucional fue Marcelo Torcuato de Alvear, hace ya 88 años (1928). El
Partido Justicialista tuvo su origen en un Golpe de Estado (Perón como
Secretario de Trabajo de Edelmiro Farrell), y desde su existencia, siempre
quiso imponer su idea hegemónica y su pretensión de ser un partido único,
manejando todos los resortes de poder cuando son gobierno y esquilmando y
desgastando a los gobiernos cuando son de otro signo político. La expresión que
vimos en los últimos 30 años fue la siguiente: Debilitamiento institucional
constante, presión sistemática a los demás poderes del Estado y, si no pueden
continuar en el poder, preparación de una bomba de tiempo para que explote a un
gobierno opositor.
Están
claras las intenciones de convertir a Mauricio Macri en un nuevo De la Rúa, y
que luego de eso el PJ consagre a un nuevo líder y se encolumne detrás de él en
busca de realizar otro proyecto hegemónico que les permita a algunos servirse,
a perpetuidad, de las arcas estatales y convertirlas en propiedad de dicho
partido político. Así como muchos ex menemistas se reciclaron como
kirchneristas, los ex kirchneristas se reciclarán en la figura del nuevo líder.
Está claro que Sergio Massa va tras ese botín preciado. Su relato hoy consiste
en igualar al macrismo con el kirchnerismo y pararse desde una supuesta
superioridad moral que daría “estar en el medio”. Eso no sería otra cosa que el
inicio, en el cual, por ejemplo, captaría a aquellos hartos de “la grieta”.
Como
conclusión final, considero que el país saldrá adelante cuando tenga
instituciones sólidas y una Justicia verdaderamente independiente. Debemos
dejar de cultivar líderes mesiánicos “sabelotodo”, que por su condición de
iluminados se creen dueños de una verdad revelada y más allá de la ley. Entre
todos lo haremos posible