La semana
pasada, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos difundió la inflación
del mes de junio, la cual se ubicó en el orden del 3,1%. Esto representa una
desaceleración con respecto a mayo. Si bien se desaceleró con respecto a mayo
(había dado 4,2%), destaco con preocupación el aumento de la inflación núcleo,
cuyo índice de 3% en junio es levemente superior al 2,7% de mayo. Está claro
que el impacto de las tarifas todavía hace mella en esta medición, sumado a las
crecientes dificultades que se van sumando para reducir el déficit fiscal que
aún sigue siendo muy alto e indomable. Con todo, es de esperar que hacia fin de
año continúe este proceso de desaceleración y tengamos índices más cercanos al
2% mensual, ocasionados por una baja en el consumo y por un contexto recesivo
que se seguirá sosteniendo, cerrando 2016 con una merma de 2 puntos
porcentuales del PBI.
Asimismo, el
Banco Central de la República Argentina en su programa monetario prevé bajar la
inflación de 2017 a un 17% anual, pronóstico que será interpelado por las
urgencias electorales y la reactivación vía obra pública y consumo. Se parte de
un 2016 en donde, en promedio, se estima que se cerrará en una inflación en
torno al 40%, que condicionaría aún más las expectativas que tienen todos los
agentes económicos. En este tema el debate shock o gradualismo sigue siendo una
materia pendiente, pero fuera de discusión está que, a la luz de lo ocurrido
con las tarifas, el shock necesario para bajar la inflación sería imposible en
la práctica.
La inflación,
como bien sabemos, fue utilizada por el kirchnerismo para financiarse por las
diferencias que se generaban, por ejemplo, por la desactualización de las
tarifas. Increíblemente, la política económica que el gobierno anterior llevó a
cabo en favor de un determinado sector social, terminaba por quitarles con la
inflación lo que parecía ser motivo de vanagloria y autobombo. El “relato”
terminó siendo una trampa donde la sensación de bienestar fue efímera, donde
tantas distorsiones económicas hacen perder nociones y acostumbrarse a
situaciones que han sido superadas en casi todo el mundo. Más preocupante es el
asunto cuando quienes gobernaron hasta el 10 de diciembre de 2015 quieren
hacernos creer que la inflación nació en esa fecha. Es muy difícil construir
cuando los que destruyeron pretenden seguir haciéndolo. Este es, ante todo, el
primer dato a tener en cuenta.
Por estas
causas, es muy difícil que la inflación baje de los guarismos que hemos visto
en los últimos años. Pareciera que nuestra pretensión es bajar la inflación
manteniendo el esquema de subsidios heredado, lo cual constituye una
imposibilidad manifiesta dado que de algún lado tienen que salir los recursos,
y no hay demasiadas alternativas. El kirchnerismo eligió financiar el desorden
fiscal con desorden monetario. El error que comete el gobierno de Mauricio
Macri, por ahora, es pretender mantener ese mismo esquema por temor a ser
acusados de “neoliberales”.