Mi experiencia personal ha permitido comprobar que una de las acusaciones que más irrita al kirchnerismo es la que afirma que en el país no hay libertad de expresión. Esto me ha llevado a citar el artículo de
Artículo 19 – Declaración Universal de Derechos Humanos
“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.”
La defensa que esgrimen es que la gente expresa y publica libremente sus pensamientos, en el sentido de que nadie censura ni ejerce privación de esa libertad con mecanismos como la tortura o la prisión. Pero en el artículo puede leerse “este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones”: Claramente se refiere a la censura o a la prisión, siguiendo una interpretación racional, pero también se refiere al derecho a no ser perseguido ni atacado. En ese sentido, el Gobierno, con medidas como la persecución judicial y a través de la pauta publicitaria a periodistas y medios opositores, o la aplicación de multas a consultoras privadas que divulguen indicadores económicos diferentes a los oficiales, está “molestando” a quién publique una opinión distinta a la pretendida, condicionando seriamente el derecho a la libertad de expresión. Hilando más fino, chicanas y descalificaciones (como cuando CFK tildó de “antisemita” a Carlos Pagni), también son condicionantes graves, y se pueden considerar “molestias”, aunque sutiles y más propias del campo civil que del penal. Si bien no hay censura directa, se trata, por estos mecanismos, de forzar una “autocensura”.
Salvando las distancias, la censura es a la libertad de expresión lo que la muerte es a la vida. Son dos situaciones extremas, las dos caras de una moneda. Avalar que se puede insultar o perseguir a quien piensa distinto es avalar conductas condicionantes a la plena vida del hombre, como la violencia (en todas sus formas) o la discriminación. Esta conducta es la que genera una marcada división en la sociedad, improductiva para cualquier nación que se precie de ser tal y que tenga intenciones de crecimiento y de inclusión social, y que muestra niveles de violencia altamente cuestionables que incluso, en algunos casos, llega a la muerte. Sin dudas, es otra contradicción palmaria, como muchas que invaden este modelo.
En conclusión, estos mecanismos para forzar la “autocensura”, son como un disparo al aire que intenta disuadir y advertir que el próximo disparo irá al corazón. ¿Se puede decir que hay libertad de expresión cuando se aplican estos mecanismos? Casos como el del trato que se le da a la opinión contra la minería contaminante a cielo abierto en Catamarca o