martes, 21 de enero de 2014

Sobreviviendo

Se torna dificultoso analizar cuál será el derrotero político y económico que atravesará este Gobierno, que ya lleva más de diez años en el poder y desperdició una posibilidad inédita de recuperación y afianzamiento económico de una nación que supo ser próspera y sin embargo, ha caído en picada en los últimos 50 años. Hoy por hoy, suena irrelevante analizar si la debacle se inició con Perón, con Onganía o con Videla. Lo relevante es que las consecuencias de esta debacle son las que nos impidieron levantar cabeza luego de la constante caída a la que nos fueron sometiendo los sucesivos gobiernos. Poco a poco, hemos convalidado y nos hemos acostumbrado a situaciones que en cualquier otra parte del mundo hubieran sido altamente repudiables o hubieran escandalizado al entorno en el que ocurrieran. Pero aquí, lo anormal e insólito, pasó a formar parte de una habitualidad alarmante.
Analizaré algunas cuestiones en particular. El viaje de Axel Kicillof a negociar con el Club de París es una cortina de humo, y a su vez el reconocimiento de una derrota, la derrota de la soberbia de pensar que podíamos “vivir con lo nuestro”. En un contexto en el que el dólar paralelo inició una carrera alocada y las reservas siguen sin encontrar su piso, la necesidad de financiamiento externo se hace evidente. La cuestión fundamental es que las armas con las que cuenta el Gobierno son cada vez menos, y por lo que ha trascendido, los pedidos del Club de París lejos están de ser satisfechos por la propuesta que llevó el ministro de Economía.
También hago hincapié en la aceleración de la inflación, que continúa erosionando el poder adquisitivo de los que menos tienen, lo que sin duda constituye una contradicción típica de este Gobierno. Se ha erosionado el 20% de las jubilaciones y de los planes sociales, la bandera principal que suele levantarse. El debate principal radica en quién pagará los platos rotos de bajar un gasto público que ha crecido incesantemente, y cuyo déficit cada vez mayor requiere de una mayor emisión y una mayor presión fiscal que ya vimos en los globos de ensayo que representaron el aumento en el impuesto a los bienes personales y veremos pronto en los aumentos en las cargas que deberán afrontar tanto empleados como autónomos.
La temática que aparece como una amenaza que recrudecerá la relación conflictiva entre gobierno y sindicatos serán las siempre controvertidas paritarias. No hay que indagar mucho para apreciar que incluso los sindicatos oficialistas están analizando pedir un 30% que pueda ser revisado al menos una vez al año. Pretender abandonar el tipo de cambio como ancla anti-inflacionaria para que ésta pasen a ser los salarios, no parece ser una buena salida para quienes siempre se han jactado de la inclusión social y de mejorar la calidad de vida del pueblo. Se esperan arduas negociaciones con un desenlace tan imprevisible como lo será el índice de inflación, cuyo guarismo difícilmente baje de 30%.
            Se vendrán tiempos complicados, en los que habrá que tomar decisiones en la mayoría de los casos impopulares. La novedad es que la imagen presidencial ya está tocando los niveles que se registraron durante el conflicto con el campo de 2008, que fueron los más bajos. Ahora hay menos margen de maniobra.

viernes, 10 de enero de 2014

El 2014 que se viene

Transcurrida la primera decena de días de 2014, podemos ya analizar qué expectativas nos traerá un año decisivo para la economía y la política. Sin duda, el hecho que marcó el puntapié inicial fue el lujoso viaje a Brasil efectuado por Ricardo Echegaray, con una comitiva integrada por dieciséis personas y con lujos que no se condicen con la política de austeridad que este Gobierno predica para los viajes. Esto no hizo más que desnudar el constante doble discurso que le da al relato un tinte de fantasía, conjugado con mucha hipocresía. Su desmentida se pareció más a un intento desesperado por justificar lo injustificable, con confusiones en las fechas y con conceptos vagos y ambiguos que se asimilaron más a una tomada de pelo que a un sinceramiento de lo ocurrido.
Debemos además resaltar que el dólar paralelo alcanzó su máximo histórico, al acercarse tangencialmente a los once pesos por unidad. La aceleración de la devaluación del dólar oficial, más la profundización de las restricciones con el 35% de recargo al dólar tarjeta, hicieron que este valor se acelerase. Surge, luego de la prohibición de Guillermo Moreno, el “dólar bolsa” (técnicamente dólar MEP), el nuevo indicador que pasará a ser quien intente robarse todas las miradas en un mercado convulsionado y dominado por el desasosiego y la desconfianza.
Con respecto a la supuesta orden presidencial de importar tomates desde el Brasil, debo opinar que es una señal inequívoca de un gobierno que muestra signos de desesperación y de desconcierto. Si bien este nuevo acuerdo de precios para 194 productos es más terrenal que los que en su momento llevó adelante Moreno, no es menos cierto que muchos de sus precios son una incógnita, y como siempre, en estas ocasiones suelen imponerse las imprecisiones y los faltantes en las góndolas. En ese sentido, las respuestas del gobierno sólo parecen ser amenazas o manotazos de ahogado que pretendan garantizar un acuerdo que ya nació con pocas expectativas.
Quiero hacer una mención especial al globo de ensayo que representó el aumento en el impuesto a los bienes personales. Aquí se puede notar una señal evidente de deterioro en un nivel de recaudación que la AFIP se esmera en destacar que se halla en niveles récord. Un nivel de recaudación que a duras penas logra empatarle a una inflación que se encuentra en vías de descontrol. Este gobierno lamentable pasará a la historia como el que más recaudó en la historia, pero el que menos hizo. ¿A dónde fueron a parar esas sumas récord que se anunciaban con bombos y platillos? El viaje de Echegaray, en ese aspecto, puede considerarse la punta del Iceberg. El populismo tiene como argumento casi exclusivo el corto plazo, el impacto inmediato de cada anuncio, por sobre su eficiencia o sus efectos colaterales a largo plazo, que suelen ser nefastos y pagados por un puñado no menor de generaciones.

Por último, recordar que en marzo terminarán de tratarse reformas muy polémicas a los Códigos Civil y Penal, que representan un mazazo a la seguridad jurídica de los ciudadanos argentinos. Sin duda, son reformas que apuntan a acentuar las fuertes divisiones sociales existentes, y a debilitar los derechos individuales que quedan a merced de un Estado cada vez más voraz y elefantiásico. Debemos defendernos, si no, nadie lo hará.