lunes, 27 de julio de 2015

Lo que viene...

Ya faltan menos de dos semanas para que celebren las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (P.A.S.O.). Son elecciones que tienen el condimento en particular de que, por primera vez en 12 años, asumirá la presidencia alguien que no lleve el apellido Kirchner. En este contexto, la incertidumbre reinante es mucha. Hasta la irrupción de Carlos Zannini como compañero de fórmula de Daniel Scioli, los mercados daban por descontada la posibilidad de un cambio y el debate se centraba en si dicho cambio debía ser inmediato o gradual. Luego de que se conociera que el actual secretario Legal y Técnico de la Presidencia sería el candidato a vicepresidente, la posibilidad de la continuidad del esquema de poder actual aterra a todo el entorno político, social y económico. Ese nombramiento, más las candidaturas legislativas de muchos miembros de La Cámpora, demostraron que el Gobierno actual no está dispuesto a entregar el poder. Queda por analizar cuál será el comportamiento del PJ, siempre afecto a acompañar al ganador. ¿Le soltarán la mano a CFK como se la soltaron a Menem?, ¿Seguirán respetando este esquema de poder pensando en su regreso en 2019? Los antecedentes inclinarían la balanza a favor de la respuesta afirmativa a la primera pregunta, pero en un país en el cual hablar de un largo plazo puede ser el mes que viene, es precipitado aventurarse.
Lo cierto es que quien asuma la presidencia el 10 de diciembre deberá enfrentar no pocos desequilibrios económicos graves que dejan 12 años de kirchnerismo. El escenario estanflacionario es el más alarmante, con una economía que lleva unos cuantos años estancada e índices de inflación que están entre los más altos del mundo. La caída del nivel de reservas (sólo U$S 20 mil de los 34 mil millones son reales) y la situación desesperante en la que se encuentran las economías regionales complementan el combo de situaciones que requerirán de una política económica que empiece por restaurar la confianza y mostrar credibilidad y sensatez, sin la improvisación y el excesivo cortoplacismo típico de todo gobierno populista. Llevará tiempo modificar una estructura que, si bien tiene aristas rescatables, ha sido diseñada para mantener votos cautivos. El cambio que debemos realizar es el de dejar de pensar en las próximas elecciones para pensar en las próximas generaciones. El pensar en qué país queremos para nuestros hijos y nuestros nietos. A esta situación se llegó por desidia y por falta de compromiso. El ventajismo y el oportunismo siempre nos caracterizaron, y muestran hoy el mayor síntoma de lo enferma que está nuestra sociedad. La famosa grieta que separó a familiares y a amigos y que enfrenta a unos argentinos con otros no son sólo culpa de este Gobierno. Somos un país que siempre estuvo marcado por antinomias, por enfrentamientos, y eso es lo que los Kirchner explotaron al máximo para construir su esquema de poder.
Por último, recordemos que las grandes crisis y catástrofes no se predicen en el momento exacto en el que ocurren. Ya una economía en la que hay más restricciones para la compra de dólares que para la compra de droga es una pésima señal. Que nos acostumbremos al 30% de inflación anual y a la manipulación estadística, es igual de grave. La palabra ajuste asusta, pero lamentablemente, en algunas ocasiones para avanzar dos pasos debemos retroceder uno. Es muy precipitado decir que se viene otro 2001. La realidad está lejos de ese escenario, sobre todo analizando que aquélla fue una crisis del sistema financiero. La diferencia es que la crisis ahora no es sólo económica. Es política y social también. El primer paso para avanzar es desterrar el “todo vale” que parece haberse instalado. Debemos tener reglas de juego claras y respetarlas. Y eso, aunque nos cueste aceptarlo, llevará tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario