Estas líneas se inspiran en acontecimientos ocurridos recientemente, y en el camino que, al menos exitoso en el corto plazo, ha desandado el kirchnerismo (luego devenido en cristinismo) a partir del conflicto con el campo en 2008.
Como todos saben, el conflicto con el sector agropecuario se inició con el anuncio, hecho el 11 de marzo por el entonces ministro de Economía Martín Lousteau, de la famosa resolución 125. La misma consistía en un nuevo plan de retenciones a la soja, que hasta ese entonces eran del 35%, para constituirse en retenciones móviles, que fluctuaban de acuerdo a la evolución del precio de dicho cultivo, que había tenido una tendencia altamente favorable en los últimos años. En otras palabras, las retenciones eran mayores si el precio de la soja aumentaba, y menores si disminuía. Este fue el principio del modelo autoritario tal como lo conocemos hoy, imponiendo medidas de este estilo, emanadas desde el Poder Ejecutivo, confiscatorias para el bolsillo de quien trabaja honestamente y con el sólo objetivo de hacer caja para mantener un modelo clientelista que les permita perpetuarse en el poder.
Dicho conflicto concluyó la madrugada del 16 de julio, con el desempate del ex-vicepresidente Julio Cobos, a partir de ese momento blanco permanente de las críticas K. Lo que no muchos imaginábamos son las secuelas del conflicto que pinta de cuerpo entero al gobierno actual. Basta con mencionar que a partir de este conflicto se generó la ruptura con el Grupo Clarín, la aparición de programas de TV ultraoficialistas como 678 (financiados con fondos públicos), la estatización de las AFJP ocurrida ese mismo año, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, la expulsión de Redrado del Banco Central que le permitió al Gobierno disponer libremente y a su antojo de las Reservas del mismo, los planes como "Fútbol para todos", con gastos millonarios en publicidad oficial, que a su vez era un instrumento para coaccionar y perseguir a los medios opositores, etc.
Se llega a la conocida conclusión de que este modelo se sustentó en "batallas ideológicas épicas" que el Gobierno liberó contra cada enemigo que se le fue presentando (llámese campo, oposición, Grupo Clarín, etc.), y en engordar su patrimonio a cualquier precio, bajo un alarmante principio del "Vale todo". Estas conductas, que en cualquier otro país serían duramente sancionadas, aquí son permitidas. Obviamente, esto ha sido obra y gracia del autoritarismo del Poder Ejecutivo, que centralizó todas las funciones del Estado, reduciendo a la mínima expresión al Poder Legislativo y al Poder Judicial.
De ahí se explica que CFK se escude en el 54% que supuestamente la votó para "hacer lo que le venga en gana". El famoso 54% pasa a ser sólo un guarismo que justifica lo injustificable. Es el 54% que permite cumplir el sueño enunciado en el título: la "dictadura constitucional", disfrazada de democracia y de libre expresión del pueblo. ¿A quién no le gustaría gobernar teniendo las ventajas de la democracia y las ventajas de la dictadura? Es una concentración de poder tentadora, una adicción que se hace irresistible. Es fácil basarse en un resultado electoral (no del todo transparente, por cierto), pero la falta de "enemigos a derrotar", hará que empiecen las disputas dentro del mismo oficialismo. Y el costo de censurar, perseguir y despreciar a quien piense distinto, irá in crescendo.
Es tentador pensar en el aumento de las dietas de 100% a diputados y senadores, el conflicto (con represiones incluidas) generado por la mega minería a cielo abierto, la vinculación de Amado Boudou con Ciccone Calcográfica o el Proyecto X como el principio del fin de este gobierno. No obstante, estos hechos, comparables al incremento patrimonial de casi el 4000% de los Kirchner o al escándalo Schoklender-Madres de Plaza de Mayo, han tenido una repercusión escasa en la opinión pública. Parece haberse instalado en el inconsciente colectivo la idea de que "roban pero hacen", lo cual es de una comodidad alarmante. La inseguridad, los asaltos que ocurren diariamente, son una muestra de que nos roban personalmente a nosotros. Detrás del ladrón que roba se esconde una red de narcotráfico que está amparada por amplios sectores políticos y por los organismos de DD.HH. que se preocupan más en defender a los delincuentes en su condición de víctimas de la sociedad, que a la sociedad en su condición de víctimas de los delincuentes. Salvando las distancias, es como si se defendiera al tratante de personas por su derecho al trabajo, en lugar de defender a las víctimas por su derecho a la libertad. Son dos caras de una misma moneda, con la diferencia de que la trata de personas es más grave, porq se "roban" personas para alimentar una red clandestina. Demás está decir que todo este aparato forma parte del 54% que le permitió a CFK ganar las elecciones el 23 de octubre. Son los distintos eslabones de una cadena que puede tranquilamente garantizar la permanencia e incluso la perpetuidad en el poder político.
Pero este modelo se olvidó de un enemigo al que no podrán vencer: la Economía, en el amplio sentido de la palabra. No me refiero sólo a las variables macro económicas omitidas, como la inflación y su repercusión en el cálculo del PBI, o al "viento de cola" que dejó de soplar, con una marcada desaceleración de la economía internacional y un contexto que dista mucho de ser favorable. Tampoco al intento desesperado de este Gobierno, vía Guillermo Moreno, por esconder una realidad que tarde o temprano, por naturaleza del ciclo económico, deberá saltar a la luz. Me refiero a la avaricia desmesurada de este gobierno, que intentará conseguir fondos y "hacer caja" a cualquier precio, incluso a través de divisiones entre los suyos. Pero recuerden: nada es gratis
Un saludo y gracias por su atención
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