Esta es la parte final del escrito publicado en 2008: Me quedó un poco largo, quizás debería mejorar mi capacidad de síntesis. Un saludo a todos y gracias por su visita.
"A partir
de que se fue Lavagna, empezaron los problemas (ocultación de la inflación,
casos de corrupción, conflictos con los sectores agropecuarios, por mencionar
algunos) por los que estamos desandando lo que nos costó andar luego de la
crisis del 2001. Toda esta reseña histórica sirvió para demostrar que siempre
hacemos y deshacemos, que no tenemos un proyecto serio como país, y que para
ello debemos replantearnos si tenemos algún proyecto para nosotros mismos, si
pensamos en cambiar esta tendencia o nos vamos a conformar con ver a programas de TV que solo persiguen el objetivo de
lucrar, sin importarles cómo lo logran. No vamos hacia ningún lado, y gran culpa
de esto lo tiene la masificación de los medios de comunicación, los programas
sin sentido, los que generan “puterío”, dicho vulgarmente. Esto le conviene a
la clase política, que con “un kilo y dos pancitos” compra votos. A los
políticos les conviene que haya un 50% de la población bajo la línea de
pobreza, porque son los más manejables, y ese porcentaje te asegura ganar una
elección. Ese 50% de argentinos pobres cree en las promesas porque no les queda
otra, porque quieren aferrarse a la posibilidad de llevar una vida digna. Por
eso el gobierno estaba tan enceguecido ante el conflicto con las cuatro
entidades del campo: se necesita ese dinero para seguir subsidiando a la
pobreza, para seguir comprando votos y de esa manera perpetuarse en el poder.
Pero este gobierno algo bueno ha hecho, no es en vano que este país (antes de
que el INDEC pierda su transparencia), haya crecido a un ritmo de 8% anual. También
ha habido un aumento en la inversión, y un aumento de la demanda que requiere
que haya más oferta. Se podría invertir más, es cierto, pero al menos se ha
dado un puntapié inicial, y los gobiernos siguientes deben mantener una
jurisprudencia, reglas de juego bien claras que nos permitan seguir creciendo.
Todo es posible en ese aspecto. Pero debemos empezar por casa, saludando con
una sonrisa al vecino que sabés que mientras está baldeando su vereda, su perro
se dirige hacia la tuya y defeca sobre la misma. Saludando al hincha del
clásico rival que te gasta luegode que su equipo le haya ganado al tuyo. Si te
gusta Korn, saludar a quien escucha Britney Spears o Madonna. Son pequeñeces
que terminan por agrandarte. Si el panadero te da mal el vuelto, decile, aunque
te haya dado de más. Es difícil, porque buenas y malas personas hay en todos
lados, pero hay un respeto, una unión entre quienes quieren hacer bien las
cosas. Y debemos pelear por eso, porque haya respeto. Porque ese respeto
generará mejores personas, y esas mejores personas constituirán una mejor clase
política, y esa mejor clase política enaltecerá a nuestras instituciones, y
habrá una mayor justicia. Pero hay algo clave que debemos tener: paciencia.
Roma no se hizo en ocho días, hay países como España, nuestra madre patria, que
ha sufrido guerras civiles en este último siglo, y sin embargo ha salido a
flote. Pienso que nuestras generaciones serán las que inicien el cambio, hay
gente que vale la pena y que, con aciertos y errores, seguramente siempre
tendrá la mejor intención. Tenemos una capacidad de construcción y destrucción
que es envidiable, y una soberbia que no lo es. Si ganás sos el mejor y si
perdés sos el peor. Nada es tan dramático. Entonces no es tan dramático aceptar
la opinión de quien no piense igual a vos. Quizás alguien diga: “Prefiero estar
como estamos y no como están los yanquis”. Y va a ser aceptable. Es bueno a
veces el dinamismo, el ser como una rueda: constantemente alternás entre el
arriba y el abajo. Lo que propongo acá es que todos intentemos sersinceros con
nosotros mismos, saber aceptar que podemos equivocarnos y que el otro puede
tener razón en lo que está diciendo. ¿Por qué tomó tanta trascendencia la
tragedia de Cromañón ocurrida el 30 de diciembre de 2004, en la que murieron
194 personas y otras quedaron seriamente afectadas psicológicamente, y
actualmente hay un juicio oral con Omar Chabán y los integrantes de Callejeros
como imputados? ¿Los accidentes de tránsito no se llevan una cantidad similar
de vidas cada año? Pienso que la respuesta es simple: en la tragedia de
Cromañón, había una cabeza visible a quien echarle la culpa. Porque somos muy
valientes para levantar el dedo y acusar, pero no tenemos esa valentía para
ponernos una mano en el corazón y reflexionar sobre qué errores cometemos. Es
cierto, probablemente el 99,9% de quienes lean esto que estoy publicando no
hayan matado a nadie con sus errores, pero sí seguramente han generado algún
tipo de daño, por más mínimo que sea. Ni siquiera hay que pedir disculpas, con
intentar ser mejor alcanza. Primero hay que disculparnos con nosotros mismos,
pero no desde la comodidad ni la permisividad, sino desde la sinceridad. No es
un “uh, me equivoqué, y bue… ¿qué le vamos a hacer?”. Es un “uh, me equivoqué,
voy a tratar de corregir ese error”. Es ir poniéndose metas y cumplirlas. Así
empezamos a madurar como personas. Esa armonía con nosotros mismos es la que
nos va a llevar a respetar al prójimo. Y así, el país será mejor desde el punto
de vista humano. ¿Qué puede pasar en el camino? Seguramente va a llegar aquel
momento en el que toquemos fondo. En el que nos miremos la cara y nos “matemos”
con la mirada. Chile tuvo un Pinochet, España tuvo un Franco. Pero nosotros,
difícilmente tengamos a alguien. Hay que poner mano dura, pero con buena
intención. Los índices de inseguridad son escalofriantes, pero… ¿qué los hace
ser tan escalofriantes? Que no nos pongamos de acuerdo, que avalemos que haya
gente que pague cuantiosas sumas de dinero para “darse un gusto” si se quiere,
conviviendo con gente que se “da los mismos gustos” de manera gratuita. Lo que
a vos te costó dos o tres meses de trabajo, un ladrón puede conseguirlo en una
noche. Lo peor de todo es la multiplicidad de drogas, los adolescentes que son
literalmente ignorados por sus padres y que buscan algún refugio en sus vidas,
terminan en esta penosa situación. ¿Para qué voy a trabajar, si voy a tardar un
mes en ganar lo que puedo ganar en una noche? Los padres ignoran esta cuestión,
no les brindan el apoyo psicológico y sentimental necesario, y lo que es peor,
no les enseñan ese discernimiento que nos permite visualizar que trabajar es
más honesto que robar. En otras palabras, trabajar es lícito, robar es ilícito.
A esa “mano dura” me refiero. Pero no podemos pedirle “mano dura” a gente que,
de una manera más sutil, termina teniendo la misma conducta. Para robar no hace
falta estar armado, ni drogado, ni estar bajo las condiciones de pobreza o
indigencia. El poder enceguece, y siempre se quiere más. La inseguridad es el
fiel reflejo de cómo somos como sociedad. No hablo de pensar a futuro, pero sí
de ganarnos las cosas con el sudor de nuestra frente, como hacían nuestros
abuelos. Para que el país crezca se necesita aumentar la producción, no
aumentar los impuestos. Para comprarme un plasma, o una cámara digital, o un
celular, tengo que trabajar, no salir a robar. Porque si salgo a robar, me van
a meter preso. Y esta es la parte de la ecuación que no funciona, que no
encaja. No se pone “mano dura”, porque hay que respetar los derechos de la
gente que roba. Y el que compra las cosas con el sudor de su frente, que se
joda por boludo. ¿Quién respeta el derecho de quien se gana las cosas por
derecha?, ¿Por qué pensamos en los derechos humanos a la hora de defender al
que roba y no al que se compró algo con su trabajo y tiene derecho a
disfrutarlo? Acá nadie pide pena de muerte, sino que se aplique la ley. Si
vamos al punto de vista religioso, que es otro de los casos a tener en cuenta,
el 5º mandamiento dice “No matarás”. Pero si vamos un poquito más abajo, el 7º
dice “no robarás”. En esa tabla de Moisés, matar tiene la misma trascendencia
que robar, y como consecuencia, las dos conductas serían repudiadas por igual.
Peor aún, si los que roban también matan, ya que no les importa la vida del
prójimo. Entonces, ¿por qué se duda tanto en aplicar mano dura con aquellos que
se ganan la vida robando? Hay que, por lo menos, generarle la idea a quien
tiene intención de robar, que “robar es peligroso”. Luego, si la tabla de
Moisés le da la misma trascendencia a robar que a matar, aplicar similares
penalizaciones a ambas conductas. Es fácil decirlo, difícil llevarlo a la
práctica, pero es la única solución. No divagar, no dudar, no claudicar. Hacer
lo que se debe hacer. Y punto. Hay un tiempo para los dichos y otro distinto
para los hechos, y la brecha entre ellos debe ser la menor posible. Esto toma
más relevancia si el que roba, encima, mata. Estaría incurriendo en una doble
penalización. Y volvemos a entrar en el terreno de la “lucha de clases” que
alguna vez definió Marx. Hay que bancarse a los que roban, porque tienen
derecho a la vida, pero si encima de violar tu derecho de propiedad privada que
tanto consagra el capitalismo, te mata, entramos en un conflicto importante. O
ellos, o nosotros. Esa parece ser la cuestión. A la clase política le interesa
que “ellos” sigan subsistiendo, porque es fácil comprarlos después, son votos
que les permitirán perpetuarse en el poder. Es lógico, pero ya hicimos el
repaso histórico, así que me remito a lo puesto en los primeros comentarios. Yo estudio economía, y la economía no puede ser analizada
aisladamente, prescindiendo de lo político y de lo social. Esas tres patas
llamadas política, sociedad y economía, son las bases en las que todo país debe
apoyarse, que una de esas tres patas se quiebre o se doble, les hace perder
estabilidad a las otras dos, hacen que toda la mesa se caiga. Está en ustedes
analizar cual es la pata que está quebrada. Con eso cierro por lo menos lo
relacionado al país como conjunto, espero que lo lean y, si surge alguna duda o
desacuerdo, siempre está la posibilidad de hablarlo"
No hay comentarios:
Publicar un comentario