lunes, 4 de julio de 2016

Nuevo billete de $500

A partir del 30 de junio comenzó a circular el nuevo billete de quinientos pesos. Más allá de los datos superficiales referidos a la estética del billete y al nuevo formato, cabe hacer un análisis económico sobre cuáles fueron las circunstancias que llevaron a la aparición de este billete que es ahora el de mayor denominación.
La primera explicación que se desprende, casi lógica, es que el billete de $100, el de mayor denominación, tenía, según lo establecido por la ley de Convertibilidad de 1991, el mismo valor que uno de U$S 100, y entre la devaluación de 2002 y la constante inflación que hubo especialmente desde 2006 hicieron añicos ese valor. Los proyectos para la realización de billetes de mayor denominación datan desde 2012, pero el gobierno anterior nunca se animó a implementarlos porque lo consideraban un reconocimiento a una inflación que, como ya es sabido, negaron sistemáticamente. La emisión descontrolada que se llevó adelante para financiar el creciente déficit fiscal condujo a una realidad insólita. Seis de cada diez billetes en circulación eran de la denominación más alta, y abonar con ellos en los kioscos empezó a ser moneda corriente. Basta con recordar épocas en las que ir a comprar con el billete de Roca representaba un gesto adusto para el comerciante, que difícilmente podía contar con cambio para dar el vuelto de ese billete. Hoy, el problema se da por la sobrepoblación de billetes de $100 en relación a los billetes de menor denominación. Si ya considerábamos de poco valor a las monedas que expresaban sus valores en centavos o un peso, vemos ahora cómo los billetes de $2 y $5 empiezan a escasear y a ser utilizados para la divulgación de mensajes inclusive. Otro inconveniente fundamental se da con los cajeros automáticos de los bancos, que no dan abasto y suelen vaciarse inmediatamente, siendo necesario realizar varias reposiciones al día.

Se abre un interesante debate sobre si la emisión de estos billetes puede generar una espiral inflacionaria. Conocido es el desenlace que se generó con el Austral de Alfonsín, cuyo billete de mayor denominación llegó a ser de quinientos mil. El gobierno intentó atacar esas expectativas inflacionarias antes de poner en circulación estos billetes, con lo cual quiso codificar el mensaje dado lanzándolo ahora que están dadas las condiciones para una baja en los niveles de inflación. Es probable que se generen ciertos oportunismos como los que generaron con la salida del cepo cambiario, pero, tomando en cuenta lo explicado en el párrafo anterior, considero que en líneas generales, se abaratarán costos en muchas etapas (Camiones de caudales, reposiciones de cajeros automáticos, etc.). Será clave poder seguir interviniendo sobre la base monetaria, no ampliarla, y a su vez que la emisión de los nuevos billetes tenga un debido respaldo para seguir controlando la inflación. Si se hace un manejo responsable de la política monetaria, podremos empezar a discutir la estética de los billetes y dirigirnos rumbo a un período de estabilización.

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