Muchas líneas se han escrito sobre el
tan mentado segundo semestre que arranca el día de hoy. Desde expresiones a
favor y en contra, hasta algunas que rozan el ridículo y la sorna. Lo cierto es
que se tenían que realizar correcciones urgentes sobre las distorsiones que
venía padeciendo la economía. Todos coincidimos en que el esquema cambiario que
planteó el gobierno anterior era inviable, y que no tenía ningún sustento a
futuro, ya que era un esquema que per se ahuyentaba
a inversores extranjeros, ya que podían ingresar los dólares, pero no retirar
dividendos ni ganancias. Un gobierno que cambiaba constantemente las reglas a
su antojo y señalaba a los mercados como enemigos públicos no eran condiciones
propicias para que se invirtiera y se crearan nuevos puestos de trabajo,
generando incluso que muchos de los que estaban en el país se fueran, generando
también una caída del empleo con la que muchos que se rasgan las vestiduras ahora
en ese momento hicieron silencio. Contra todos los pronósticos, la salida de
ese esquema de restricciones cambiarias no fue traumática ni negativa. También
fue un desafío a los pronósticos generalizados haber logrado acordar con los
holdouts. Estos dos pasos son reconocidos como logros del gobierno actual,
cuyos resultados probablemente empiecen a palparse en un mediano plazo. En el
debe, están el insuficiente tratamiento del impuesto a las ganancias, el
esquema desordenado de aumento de las tarifas, que al parecer no estuvo
debidamente estudiado para implementarlo de un modo más correcto, y la política
de tasas de interés para contener la inflación. Si bien Sturzenegger se movió
de una forma similar a la que se movió Fábrega en 2014, se le pueden cuestionar
los tiempos y el excesivo impacto que esta política tuvo sobre la actividad
económica en general.
En mi opinión, este segundo semestre,
a simple vista, no mostrará grandes variaciones con respecto al primero. La
inflación bajará siguiendo la lógica de que las correcciones ya pasaron, pero
habrá que contenerla para lograr simultáneamente la reactivación económica. El
factor a atacar aquí será claramente el de las expectativas, y es en ese
sentido donde deben interpretarse las constantes menciones al “segundo semestre”
que hizo el Gobierno. Lo que estamos presenciando es la transición desde un
modelo que priorizaba el consumo como principal motor de crecimiento hacia uno
que quiere priorizar la inversión. La dificultad más importante es la costumbre
constante que siempre se genera a priorizar el consumo, impulsado por los
populismos como recetas donde una sucesión de cortos plazos desoyen las sirenas
del largo plazo, como si fuera la invitación a una fiesta donde nadie te dice
quién va a pagar. Bailamos y nos divertimos, hasta que llega la cuenta y los
que organizaron la fiesta no están o ya viajaron con los réditos obtenidos.
Históricamente, siempre priorizamos el “hoy” y para el mañana “ya se verá”.
Pasamos de una economía de los “pagadioses” a una que pretende ser más
previsible y confiable, factores que, como siempre sabemos, llevan mucho tiempo
construir y poco tiempo destruir.
Este cambio de paradigma es el que
estamos presenciando a nivel internacional. Ya no se piensa en las generaciones
futuras ni en las inversiones futuras, se busca estar bien hoy. Veremos cómo
transcurre este segundo semestre, en el que bajará la inflación, se empezarán a
ver signos de recuperación para fin de año y se espera un 2017 donde asome la
luz al final del túnel.
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