Surgen
conclusiones muy interesantes a la hora de analizar lo acontecido a nivel
internacional en las últimas semanas. Basta con repasar lo sucedido en el
referéndum de Gran Bretaña (“Brexit”) donde, inesperadamente, el Reino Unido
decidió su salida de la Unión Europea, por un 52 a 48 en puntos porcentuales.
Fueron los “boomers” (aquellos que nacieron en los ’50 y ’60, post-Segunda
Guerra Mundial) los que terminaron de inclinar la balanza en una elección muy
reñida. El impacto del mensaje fue muy grande porque significó un golpe al
orden económico actual, cuyo destino desde la crisis de 2008 no está muy claro
y navega por las aguas de la intrascendencia. Sorprende que la salida buscada
sea un escenario típicamente populista, donde se gana una elección por golpe de
efecto y una vez habiendo logrado el triunfo, no se sabe muy bien que hacer o
se llega a la conclusión de que lo que se prometía no era tan bueno. De todos
modos, los mercados, luego del impacto inicial, parecieron acomodarse a la
nueva realidad y aceptar una situación que ahora presentará un particular
interés cuando los británicos deban sentarse a negociar acuerdos comerciales
con sus ex aliados. Mucho se ha escrito sobre las posibles alternativas, donde
las principales referencias son los casos de Noruega o de Suiza, países que sin
ser miembros de la UE tienen un contacto fluido y un bienestar económico
indiscutible. En todo caso, esta no es la misma situación y aún hay que
negociar cómo será la salida, según se exigió desde Bruselas.
Este contexto
internacional claramente influyó en las elecciones de España, donde se
vaticinaba un crecimiento de la agrupación chavista Podemos, y sin embargo
perdió más de un millón de votos con respecto al 20 de diciembre último.
¿Efecto Brexit? Muy posible. Otra situación a observar con preocupación fue que
un candidato neonazi estuvo cerca de ganar las elecciones en Austria (perdió el
balotaje por medio punto). Volviendo a Latinoamérica, en Perú estuvo muy cerca
de ganar las elecciones la hija de un ex presidente preso por corrupción. Y
además hay que describir lo que llegaría a ocurrir si Donald Trump finalmente
es electo presidente de los EE.UU. La conclusión a la que se llega es que aún
no hay un patrón definido a seguir y que se da un impacto preocupante en cuanto
se crea que la solución a un mal presente sea recrear el pasado.
El impacto en
Argentina puede considerarse significativo. Probablemente esta situación haga
que la Reserva Federal mantenga bajas las tasas de referencia, con lo cual al
seguir siendo barato el dólar, siga habiendo capitales e inversiones que
quieran buscar lugares seguros. A mi entender, el gobierno ha errado en el
cálculo de los tiempos, creyendo que el boom de confianza iba a lograrse de un
momento para el otro. Demasiados factores internos y externos, y algunos
mensajes ambiguos han sido claves para que ese contexto de “lluvia de dólares”
esté retrasado o no sea el que se esperaba. Así como el golpe que significó el
Brexit puede morigerar muchas expectativas, también un triunfo de Donald Trump
(lejano según las encuestas, de las que por los últimos vaticinios no hay que
fiarse) se perfilaría como el fin de una era a nivel internacional. Será
cuestión de esperar lo que nos depare el futuro.
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